Justicia y honestidad
Cuando alguien pregunta a un ciudadano cuál es la cualidad que se considera más importante en quienes ocupan posiciones de liderazgo: judicial, social, político o empresarial. De manera invariable contesta: la honestidad.
¿Por qué, cuál es la razón de esa respuesta mediática. Como si tratara del epílogo de un guión?
La respuesta es simple: porque la honestidad es el antónimo, lo opuesto a la corrupción. Y desde lustros, décadas, milenios el ciudadano está cansado de la deshonestidad del líder, del gobernante, del empresario, del maestro, del profesional, del ministro de la iglesia, del juez, de todos quienes son cabeza visible de un proyecto o una decisión.
La honestidad
La honestidad, decía Cicerón, es sinónimo de sinceridad y ser sincero significa etimológicamente no ser corrupto. Porque la sinceridad es transparencia en los propósitos, en las acciones y en la asunción de responsabilidad.
La honestidad nos conduce a otra institución conocida como la ética de conducta. Esto es, la obligación moral de cumplir los principios que se profesan.
En el libro de Los Deberes, Cicerón en una de las cartas dirigía a su hijo exponía la forma de comportamiento del hombre, frente a la regla de la honestidad.Al respecto decía:
- Dudan los hombres si lo que es objeto de liberación es honesto. En cuya reflexión se dividen en pareceres diversos y contrarios.
- De otro lado, examinan si las cosas de que se trata. Y si ese objeto de liberación es conducente a las comodidades de la vida
- Pero, muchas veces, eso que parece útil repugna con la honestidad.
- Esta reflexión ciceriana donde coteja la honestidad con la forma de pensar del hombre, deja claro que muchas veces los intereses particulares cohonestan con lo corrupto y deshonesto.
Ahora, desde el punto de vista jurídico la honestidad da justicia. La justicia debe brillar con el mayor esplendor porque representa la virtud del hombre. Por eso el objeto de la ley debe, es y será, la sociedad.
Las obligaciones
La primera obligación de la justicia es no hacer mal a nadie. Regla que deviene desde el Código de Hammurabi, y de los diez mandamientos de la ley de DIOS. La segunda obligación es usar los bienes comunes como si fueran propios. Buscando el bienestar social.
Pues, como lo anotaba Platón, no hemos nacido para nosotros únicamente, sino que una parte de nuestro nacimiento lo debemos a nuestra nación. Por tanto, el fundamento de la justicia es la fidelidad. Lo cual se traduce en firmeza y veracidad en las palabras, la verdad en los contratos, la rectitud en el desempeño público y privado.
La constituciones democráticas en sus preámbulos fijan las reglas de la concepción de las estipulaciones normativas. Como carta de navegación dicen que bajo la protección de DIOS, se busca fortalecer la unidad de la Nación. Asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz. Dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo.
Eso es justicia social.